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Profesor David Altman: ¿Plebiscito, cabildos o asamblea? Buscando tierra fértil para la primavera chilena



¿Cómo salimos de esta? Para el autor de esta columna de opinión, mientras el gobierno ha optado por una política “gatopardista” clásica (cambiar para que nada cambie), la oposición sin liderazgo transita por dos vías: plebiscitos y cabildos auto-convocados. El autor da argumentos en contra de ambos caminos y boga por un “pacto social amplio”. ¿Cómo lograrlo? En un escenario de partidos políticos sin fuerza ni representatividad, sugiere una “asamblea ciudadana” elegida aleatoriamente, como lo hizo la Columbia Británica en 2004.

En esta columna argumento que los actores más visibles de lo que podríamos empezar a llamar la “Primavera Chilena” –el gobierno y la oposición– se encuentran jugando cartas de una forma sub-óptima y trato de explicar por qué se puede entender así. Espero que el lector termine de leer esta columna y entienda un argumento que, seguramente, no complacerá ni a tirios ni a troyanos.

Tenemos a un gobierno que se equivocó al generar un clima de guerra, abrió la puerta para que se usara desproporcionadamente la fuerza y se equivoca todos los días al creer que este conflicto se soluciona entre el voluntarismo, por un lado, y un puñado de concesiones compensatorias por el otro.

Obviamente, el interés del gobierno se centra en la restauración del statu quo y la vuelta a la “normalidad”. Sin embargo, dadas las condiciones existentes en Chile, el gobierno ha optado por una política “gatopardista” clásica – cambiar para que nada cambie. Y es por este ángulo por donde justifica sus concesiones como, por ejemplo, la flexibilización a la importación de medicamentos o los exiguos ajustes a la política salarial.

El problema está, por lo menos desde la óptica del gobierno, en que cada vez que el gobierno hace una concesión, se pega un tiro en las piernas; y es relativamente simple el entender por qué ya que uno se pregunta de forma casi natural: ¿Acaso estas reformas se podían haber hecho y no las hicieron previamente? ¿Nos estuvieron ahogando todo este tiempo sabiendo que esto podía mejorar? ¿Aguantaron todo lo que pudieron y solo cedieron mínimamente cuando se produjo el estallido social?

El gobierno sostiene ser capaz de entender cuáles son las necesidades de los chilenos. Más allá de que tal afirmación representa un paternalismo excesivo, las autoridades argumentan que los chilenos, por ejemplo, queremos pensiones mínimamente dignas. Es verdad, pero lo que no dicen es que, para cambiar substancialmente nuestras pensiones, u otros servicios, será necesario modificar leyes constitucionales. Es decir, se quedan en lo inmediato y no quieren encarar la arquitectura general del ordenamiento socio-económico. De igual modo, el gobierno estima que lo importante es el qué y no el cómo, pero el cómo en esta situación es tan importante como el qué.

 

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