Integridad académica como sello de egreso UC



¿Aceptarías una buena nota en una entrega grupal en la que no trabajaste? ¿Qué harías si te ofrecen un pago por escribirle un ensayo a otro estudiante? ¿Eres capaz de defender el derecho a opinar de alguien que piensa lo contrario a ti? Probablemente, todo estudiante universitario se verá enfrentado al menos a una de estas preguntas durante el transcurso de su carrera, pero las respuestas pueden ser variadas según la situación.

Uno de los principales objetivos de instalar una cultura de Integridad Académica en la UC es que los profesores y profesoras se hagan responsables del cuidado de la integridad y promoción de la misma desde sus propias acciones, las que proyectadas deben impactar en el proyecto formativo. De este modo los y las estudiantes podrán cuestionarse y analizar críticamente sus decisiones frente a situaciones que involucran un actuar ético, más que entregar reglas o respuestas únicas para cada situación. Se trata de un proyecto que ha venido instalándose en la UC desde hace algunos años, y que el pasado viernes 9 de octubre tuvo un importante avance tras la aprobación de las directrices para una política de Integridad Académica por parte del Honorable Consejo Superior.

En estas directrices se establece que: “La Integridad Académica forma parte de la misión de la Pontificia Universidad Católica de Chile y significa actuar con los valores de honestidad, veracidad, confianza, justicia, respeto y responsabilidad en todos los ámbitos que involucra la formación universitaria. Se espera que todos los miembros de la Comunidad UC actúen de acuerdo a estos valores, siendo modelos para su entorno. La integridad académica es sustancial para la formación de personas que, a través de su servicio, buscan impactar positivamente en la sociedad”.

Tras la aprobación, el rector Ignacio Sánchez se refirió al enfoque reflexivo que tiene la instalación de una cultura de integridad académica en la universidad: “Estamos avanzando en una reflexión crítica de la integridad académica, que potencie nuestro código de honor y que nos permita formar ciudadanos y ciudadanas integrales, con una mirada desde el bien común. Queremos que los y las estudiantes de la UC tengan una mirada crítica del sentido ético del comportamiento. Por eso la integridad académica y la autoevaluación de nuestras acciones están en el centro de nuestro proyecto educativo”.


Estudiantes íntegros y ciudadanos comprometidos

Desde sus inicios, la Universidad Católica ha estado comprometida con la formación integral de personas en base a valores orientados hacia el bien común. Uno de los principales propósitos asociados a la integridad académica tiene que ver con instalarla como un pilar fundamental en la formación del estudiantado, incorporándola a lo largo de toda la trayectoria formativa, así como a la vida universitaria.

Durante el año 2016 se creó el Código de Honor, un compromiso que explicita el tipo de convivencia al que la universidad aspira a construir al interior de la comunidad universitaria, y que instó a reflexionar y avanzar hacia una cultura de respeto e integridad, fortaleciendo los valores que caracterizan a la UC. Siguiendo con este trabajo, el año 2017 se iniciaron jornadas de trabajo entre directores de docencia y representantes estudiantiles para empezar a abordar la integridad académica, y también se convocó una comisión con el objetivo de elaborar una propuesta de Política de Integridad Académica. Después de ser ampliamente debatida, y contar con las visiones y perspectivas de diversos actores al interior de la universidad, fue aprobada este año. Esto permitirá implementar e instalar una cultura de integridad académica, con lineamientos claros para toda la comunidad UC.

El trabajo ha involucrado a diferentes áreas de la UC, como la Dirección Académica de Docencia (DADo), la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE), el Centro de Desarrollo Docente (CDDoc), Bibliotecas UC y Registros Académicos

“Como universidad queremos entregarle a la sociedad profesionales capacitados en sus áreas disciplinares y que hagan un aporte sustantivo a su entorno. Para esto, además de ser competentes en sus temas específicos, necesitamos que sean personas íntegras, es decir, honestas, respetuosas, responsables y comprometidas”, explicó Gonzalo Pizarro, quien lidera la Dirección Académica de Docencia (DADo) dentro de la Vicerrectoría Académica. 

“La formación en la universidad no es sólo técnica y a través de las oportunidades que nuestros estudiantes tienen en sus cursos disciplinares, cursos de formación general y las actividades extra y co-curriculares tienen la oportunidad de practicar los valores representados en el código de honor y la Política de Integridad Académica”, comentó Pizarro, quien también forma parte del directorio del Centro Internacional para la Integridad Académica (ICAI).

El académico y director de la DADo explicó que la experiencia comparada ha establecido una alta correlación entre la deshonestidad en la universidad y la deshonestidad en el trabajo: “Esto es relevante porque nos demuestra que el reforzar la integridad académica en la universidad tendrá un impacto en los futuros profesionales y su contribución al país. Es por esto que queremos que la integridad académica sea un tema de cultura institucional, y que todos nos sintamos responsables de promoverla y practicarla”.


El pensamiento crítico como complemento de las reglas

El enfoque descrito por el director de la DADo es compartido por expertos y expertas en el tema a nivel internacional. A comienzos de enero Tricia Bertram, académica de la Universidad de California San Diego que se ha especializado en la integridad académica, visitó la UC, donde participó de seminarios, se reunió con autoridades y equipos de trabajo vinculados a temas de integridad. 

En esa oportunidad abordó las diferencias entre un enfoque tradicional de la integridad académica, que se centra en los reglamentos y sanciones, y el rumbo que está tomando este tema en varias partes del mundo, y que se relaciona más con el pensamiento crítico como complemento de los reglamentos: “Si reducimos la integridad académica a un listado de reglas y sanciones, nunca lograremos abarcar todo, y estamos enseñando a los estudiantes solo una parte de la toma ética de decisiones, que es decirle: estas son las reglas, tienes que seguirlas”

La académica apuesta por un enfoque que priorice el cuestionamiento propio frente a decisiones que pueden ser difíciles. Según Bertram, el enfoque netamente punitivo “no significa que el estudiante sabe pensar y tomar decisiones éticamente cuando no hay reglas para guiar el comportamiento. Existen investigaciones que muestran que este enfoque no ayuda a disminuir los malos comportamientos, porque las personas desarrollan una suerte de dependencia a las reglas, a que les digan qué hacer, en vez de pensar críticamente lo que deben hacer. Queremos que los estudiantes desarrollen la capacidad de tomar decisiones por sí solos”.

En la discusión acerca de la implementación de una cultura de integridad académica han estado presentes los referentes de universidades inglesas, estadounidenses y latinoamericanas que han adoptado este enfoque, y la UC se ha sumado a redes internacionales que trabajan el tema, como la Revista de Integridad Académica, a través del director de la DADo, Gonzalo Pizarro.

A la visita de Tricia Bertram a la UC se suma la de Tracey Bretag, de la Universidad de South Australia, quien falleció recientemente debido a un cáncer, y ha sido ampliamente recordada por su trabajo en integridad. En el año 2016 dictó la charla “Qué es la Integridad Académica y por qué es importante”, ayudando de este modo a instalar el tema en la UC y motivando a la comunidad en el desafío de trabajar por una cultura de Integridad Académica.

 

Fortalecer la confianza en las capacidades del estudiantado

Por su parte, los y las estudiantes han demostrado interés frente a la mirada de la Integridad a partir de valores que unan a la comunidad. La actual consejera superior de la UC, Magdalena Cottet, valoró particularmente el énfasis en el fortalecimiento de la confianza entre estudiantes y docentes, y también de los estudiantes respecto de sus propias capacidades.

“A mi parecer, actualmente estamos en una crisis de la integridad académica que viene de hace mucho tiempo, pero que ahora con la pandemia y las nuevas tecnologías se ha evidenciado más”. La estudiante lo atribuye a diferentes causas, entre ellas “un sistema que a veces no fomenta la confianza académica en los estudiantes”.

En ese sentido, la consejera superior se mostró esperanzada en que las directrices para una Política de Integridad Académica sean una instancia transversal y participativa, “lo que creo va a tener impacto no solo en disminuir las faltas de integridad, sino también el fortalecimiento de la comunidad UC en base a directrices y puntos comunes”.